Decenas de miles de colombianos murieron en la guerra contra las drogas respaldada por los Estados Unidos. Pero después de un cambio de opinión oficial sobre la marihuana, Colombia está buscando intercambiar traficantes de drogas por patrocinadores corporativos en un intento por convertirse en el proveedor más grande de marihuana legal en el mundo.
La nueva industria está surgiendo en las afueras de Medellín, lugar en el que 40 años atrás los cultivos eran ilegales, perseguidos por la ley y donde la tierra con sus perfectas condiciones aportan al crecimiento de las plantas de cannabis que florecen en las colinas más allá de la ciudad, esta vez con la aprobación del gobierno.
«Estamos viendo hacer historia», dijo radiante Camilo Ospina, jefe de innovación de PharmaCielo Colombia Holdings, orgulloso de su trabajo frente a un extenso invernadero de plantas de cannabis. Su compañía es una de una creciente cantidad de corporaciones que buscan aprovechar la marca «made in Colombia» en una nueva era de legalización.
«Nuestra ventaja es que la marca colombiana ya tiene una mística», dijo. «Queremos intensificar esto, para que el cannabis colombiano que ya conozcas, el Punto Rojo, el samarian golden, sea el cannabis que quieras comprar».
A pesar de toda la trayectoria que tenemos como país productor de drogas ilícitas, cuando se trata de marihuana, Colombia está tomando un nuevo rumbo: si no puedes vencerlos, regúlalos.
Hace dos años, el país aprobó una ley histórica que legaliza la marihuana medicinal tanto para el uso doméstico como para la exportación, aprobando las bases para la nueva industria que está surgiendo. El gobierno comenzó a entregar las primeras licencias para cultivar, procesar y exportar cannabis medicinal en septiembre y hasta la fecha ha aprobado 33 compañías. Los cultivadores legales como PharmaCielo, de propiedad canadiense, ahora están sembrando cultivos de prueba para las próximas líneas de productos, con las primeras ventas y exportaciones comerciales programadas para los próximos meses.
Convertirse en el proveedor mundial de cannabis legal no será fácil. El mayor mercado potencial, Estados Unidos, permanece cerrado, e incluso los estados que han legalizado el uso prohíben las importaciones de cannabis. Sin embargo, un número creciente de otros países, incluidos Alemania, Perú, Italia y Croacia, se consideran mercados de exportación en rápido desarrollo para la marihuana medicinal.
Canadá y los Países Bajos, en la vanguardia del negocio de marihuana legal, han comenzado a satisfacer esa demanda, con varias empresas que ya exportan cultivos producidos en el país.
Pero Colombia, dicen los funcionarios aquí, es el lugar lógico para el futuro de la industria.
Con un clima muy adecuado para la planta de cannabis, el país suministró la mayor parte de la marihuana ilícita consumida en los Estados Unidos durante los años 70 y 80. A medida que más países aprueban alguna forma de legalización, Colombia está empeñada en recuperar su dominio global, a través de licencias de exportación y procedimientos aduaneros legales y regulados por la ley.
Esto equivale a un cambio radical en el pensamiento. Más que parte del problema, la marihuana se ve como una solución a la lucha de Colombia contra los narcóticos ilícitos, particularmente la hoja de coca y la piedra angular de la cocaína. Quizás sea el momento, dicen las autoridades, para que los cultivadores de coca comiencen a ver la marihuana legal como un cultivo sustituto potencialmente lucrativo.
El mensaje es ir por la ruta legal con la marihuana», dijo Andrés López Velasco, jefe del Fondo Nacional de Narcóticos de Colombia, la agencia gubernamental que supervisa el cannabis legal. «Puedes mantener tu cultivo y dosis personal. Pero hazlo legalmente «.
Colombia está sembrando el futuro de una industria nueva, o más bien vieja.
En 1986, Colombia despenalizó el crecimiento en pequeña escala para uso personal, permitiendo el cultivo de hasta 20 plantas por residencia. El presidente Juan Manuel Santos presionó a favor de la legalización de los medicamentos a escala comercial en 2012 y alabó la legislación de 2016 como un importante avance.
La marihuana medicinal ahora es legal en más de una docena de naciones, con la legalización recreativa en Canadá, Uruguay y varios estados de EE. UU; incluido California. Pero sigue siendo ilegal en la mayoría de lugares.
«Convencer a los gobiernos extranjeros para que permitan las importaciones» será probablemente el mayor desafío para los productores, dijo Bethany Gómez, directora de investigación de Brightfield Group, una firma de investigación de mercado con sede en Chicago.
Aún así, el comercio mundial de productos legales se está expandiendo, y algunos expertos predicen que el mercado podría valer $ 31.6 mil millones para el 2021.
Al menos algunos agricultores locales, especialmente grupos indígenas que desde hace mucho tiempo se relacionan con el cultivo de marihuana en pequeña escala a instancias de narcotraficantes, están aprovechando la oportunidad de volverse legítimos.
«Esta es nuestra oportunidad de ser parte de un sistema legal», dijo Ariel Huetio, un organizador comunitario que representa a los agricultores indígenas en el estado occidental de Cauca. Hicieron un trato para producir y suministrar cannabis a FCM Global, una empresa con sede en Medellín que ha establecido una instalación de producción a 27 millas al sureste de la ciudad. «Esta es nuestra oportunidad de decir no a las personas equivocadas y sí a las correctas».
Una compañía canadiense, Khiron Life Sciences, espera sus primeras cosechas en Colombia a finales de este año. Su plan: vender el cannabis a través de clínicas con la marca Colombia, luego exportar el concepto a toda América Latina y más allá, convirtiéndose en una especie de dispensario de marihuana de la granja a la mesa.
«No nos consideramos traficantes de drogas», dijo Alvaro Torres, director ejecutivo de Khiron. «Somos una compañía farmacéutica».
Para mantener las cosas al alza, las nuevas reglamentaciones para la marihuana comercial aquí limitan estrictamente el acceso a granjas legales e imponen medidas, incluidas pruebas genéticas, para evitar que el cannabis producido ilegalmente se filtre al mercado legal.
Algunas compañías, como FCM Global, han ido un paso más allá: optaron por cultivar variedades de cannabis más débiles al tiempo que se abstenían de las variedades más populares entre los usuarios recreativos.
Los avances y la gran industria en surgimiento son parte de una nueva revolución que va a cambiar el mundo y el mercado, permitiendo a los pacientes y consumidores un conocimiento del producto a consumir, un cambio de mentalidad respecto al mal concepto que se tiene de la sustancia y un gran avance médico y social que le traerá grandes beneficios económicos y culturales al país.